jueves, 17 de octubre de 2013

EL ANCIANO BIO-PSICO-SOCIAL


Aspectos biológicos

La vejez es un proceso complejo influido por la herencia, la alimentación, la salud y los factores ambientales y no se sabe con exactitud por que el cuerpo de las personas funciona menos eficientemente a medida que se hace viejo.  Ninguna de las muchas teorías de la vejez biológica es aceptada como un hecho, pero la mayoría de ellas adoptan uno de dos enfoques básicos: el envejecimiento “programado” y el envejecimiento “desgaste”

El aspecto general refleja el envejecimiento, la silueta se pone pesada por la gordura que predomina en ciertas regiones (vientre, caderas). La piel pierde su hidratación y elasticidad, se arruga; las varicosidades se acusan, las venas sobresalen, los cabellos se encanecen y se hacen escasos. A esto se le suman las alteraciones auto perceptibles de las funciones oculares y auditivas, el incremento de la fatigabilidad muscular y un cambio en la velocidad de respuesta adaptativa a ciertos estímulos (por ejemplo, sexuales)
 
Ahora bien, todas estas modificaciones que, deben ser consideradas fisiológicas en tanto no derivan de problemas patológicos definidos tendrán repercusiones personales y serán vividas de manera totalmente diferente por los individuos que la padecen y que dependerá de la personalidad previa de cada uno y del rol socioeconómico que desempeñe.

Aspectos psicológicos

El Sistema Nervioso Central de todas las personas es una estructura biológica construida históricamente. A lo largo de la vida, los seres humanos "tallamos" en las redes neuronales del cerebro la trama de nuestra identidad psicológica y de nuestra historia. Pasamos por períodos de neuro desarrollo que están tanto genética y socialmente determinados como sometidos a procesos azarosos. Y es solo basándose en esto que nuestros cerebros adquieren las potencialidades que los caracterizan. Día a día construimos con nuestras experiencias la trama de la red de nuestras neuronas generando como resultado un "diseño cerebral" único e irrepetible. Por esto, el cerebro de una persona envejecida no es "la versión deteriorada de un cerebro joven". "El cerebro de una persona anciana es una escultura biológica que tiene cualidades únicas, dadas por la impronta en su estructura de una experiencia cultural y subjetiva irrepetible y temporalmente irreversible" (Strjilevich, S: 2001, 64). Por estas razones los cerebros de las personas ancianas tienen más diferencias entre sí que aquellos de los más jóvenes. La experiencia psicobiológica de un ser humano envejecido, si bien es efectivamente diferente a la de otras edades, es subjetivamente coherente y permite una experiencia tan potencialmente disfrutable como en cualquier otra época de la vida. Sin embargo, las mismas razones biológicas determinan que de viejos seamos cerebralmente más vulnerables. Con un menor respaldo neuronal y una capacidad neuroplástica menor que a otras edades, algunas patologías neuropsiquiátricas aumentan su incidencia a medida que nos adentramos en la vida más allá de los 65. Y muchas de estas enfermedades como por ejemplo los cuadros afectivos o los demenciales si bien no son mortales, son seriamente discapacitantes y tiene un efecto deletéreo en la vida de las personas.
Es importante tener en cuenta que las personas ancianas, de ser correctamente asistidas, tienen las mismas expectativas de recuperación que las personas de otras edades. Múltiples han sido las teorías que se han propuesto para explicar el envejecimiento psicológico y/o la reacción psicológica de los individuos ante el envejecimiento.
 
Erikson, el primer psicoanalista que se ocupó específicamente del proceso de envejecimiento y la vejez, lo hizo formando parte de su teoría epigenética, que describe una serie de fases del desarrollo de la personalidad en función de su adecuación con ciertas variables psicosociales. En la edad que nos ocupa, el conflicto principal, según Erikson, se plantea entre generatividad y estancamiento. La primera debemos entenderla como la preocupación por afirmar y guiar a la generación siguiente, sin que se refiera esto, por supuesto, solamente a una relación con personas de filiación directa. Este concepto incluye los otros más estrechos de productividad y creatividad." La capacidad de entregarse por completo en el encuentro de los cuerpos y las mentes lleva a una expansión gradual de los intereses del yo y un vuelco de catexia libidinal hacia aquello que se está generando" (Erikson, 1968). Pero cuando este enriquecimiento falla hay una regresión a una necesidad obsesiva de seudo-intimidad acompañada por un sentimiento de estancamiento, aburrimiento y empobrecimiento interpersonal. La resolución, satisfactoria o no, del conflicto planteado en este estadio dará lugar al último, que se planteará entre la integridad y la desesperación. La primera es el fruto de los otros siete ciclos vitales, y madura gradualmente en las personas que envejecen, pero sólo en aquellas "que se han ocupado de las cosas y de la gente y se han adaptado a los triunfos y a los desengaños". El fracaso de ésta lleva al sentimiento de desesperación, que expresa "el sentimiento de que el tiempo es corto, demasiado corto para iniciar el intento de otro tipo de vida que lleve a la integridad". También, la vejez es una época en que se realiza una revisión de la vida. Es una etapa en la que la memoria es muy clara pero acerca del pasado, se trata de una "psicobiografía en la cual el narrador se cuenta a sí mismo dentro de la trama de los acontecimientos, contextualizados en el espacio social, pero interiorizados en la significación personal". El relato refleja el plan de vida o proyecto inconsciente elaborado por la persona, el cual se relaciona con su identidad. 
Aspectos sociales 
Los adultos mayores son discriminados en nuestra sociedad por su edad. A esto se llama viejismo que es el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a los adultos mayores en función de su edad. Los prejuicios contra la vejez, son adquiridos durante la infancia y luego se van asentando y racionalizando durante el resto de la vida de los seres prejuiciosos. Generalmente son el resultado de identificaciones primitivas con las conductas de personas significativas del entorno familiar y, por lo tanto no forman parte de un pensamiento racional adecuado, sino que se limitan a una respuesta emocional directa ante un estímulo determinado.
 
Estos sentimientos irracionales, están ampliamente extendidos en toda la población pero son esencialmente peligrosos cuando los poseedores de ellos son los médicos o psicólogos que tienen a su cargo la responsabilidad de la salud mental de los adultos mayores. En ellos el viejísimo esta internalizado de tal manera que les es sumamente difícil reconocerlo conscientemente.
 
 
 
En la sociedad actual, el concepto de vejez tiene una estrecha relación con el proceso de producción, el consumo de determinadas tendencias y por los ritmos vitales impuestos por la industrialización. A partir de una determinada edad, fijada legalmente, los individuos deben dejar de trabajar, marginándolos forzosamente del mundo del trabajo y de todo lo que ello implica. (Beneficios económicos, relaciones, etc.). A diferencia de lo establecido por la doctrina y la jurisprudencia, la jubilación, en la mayoría de los casos, no permitirá al anciano mantener el mismo nivel de vida que al tiempo del retiro. Puede notarse aquí otra estigmatización hacia el grupo anciano, reconociéndoselo como un "pasivo" que acarrea un "gasto". El rótulo del sector pasivo para los ancianos, en un mundo hiperactivo, refleja el énfasis puesto en lo que disminuye, en lo que ya no es.
Tras este retiro forzoso, en la sociedad actual, se puede notar aún una falta de definición sociocultural del conjunto de actividades que serían específicas de los ancianos y en cuyo desempeño éstos podrían percibirse útiles y conseguir reconocimiento social. De existir estas definiciones, podrían contrarrestarse contenidos negativos de la ideología del "viejismo" e influir en la percepción social de los ancianos y en su propia autoestima. Ante la ausencia de estas definiciones, la falta de tareas especificadas culturalmente conlleva la dificultad de saber en qué concentrar los esfuerzos y en qué volcarse de modo de actualizar las propias potencialidades. Cada anciano debe buscar que hacer, debe crearse una rutina compuesta de tareas que pueden llegar a ser más o menos valiosas para él, pero sin tener ninguna garantía de que ellas serán reconocidas socialmente. La dificultad para llevar esto a cabo produce en aquellos que no puedan realizarlo, resignarse al estrecho mundo de las cuatro paredes del hogar, donde vive sin transcurrir anhelos, sin entusiasmos, sin horizontes.
La falta de definición del rol también incide en la dificultad de darle un sentido pleno a la vida en la vejez, ya que parte del sentido de la vida se obtiene, precisamente, al cumplir el rol básico asignado por la sociedad.
Socialmente, con la vejez se interrumpe la continuidad de aquella construcción de futuro, origen de logros en cada etapa de la vida. A la vez, "un anciano es alguien despojado de un futuro construido por el mismo" (Coriat: 2001, 90). Subjetivamente, la relación futuro- presente cambia con los años: los ancianos viven su presente día a día, y gradualmente sus propios proyectos son a plazos más cortos. Pero en breves que sean los plazos en sus proyectos, si su futuro no les pertenece, no son dueños tampoco de su presente: no les es posible apropiarse del espacio en que habitan, esto es, cargarlo de sentidos vitales.
BIBLIOGRAFIA: Evolución de la vida afectiva"
Alicia Mederos- Antonio Puente: "La vejez". Editorial Acento, 1996
Arago Joaquín: "Aspectos psicosociales de la senectud".
Autores varios (Kaplan, Kalache, Veras, Stepke, Oddone, Redondo, Strjilevich, Quirós, Salvarezza, Coriat): "Encrucijadas UBA". Revista de la Universidad de Buenos Aires. Nº3, enero, 2001.
Salvarezza Leopoldo: "Vejez, Familia y Sociedad".
 
Rosa Tulia Melo
 
 
 
 
 
 
 

 

 

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